Somos una organización dedicada al desarrollo y gestión de servicios brindando a nuestros clientes un sistema integral de soluciones. La satisfacción de nuestros clientes es nuestro objetivo permanente. Generar vínculos de largo plazo, a partir de la excelencia de nuestras prestaciones. Buscar en forma permanente el incremento de la eficiencia y la productividad, en cada proyecto en ejecución. Realizar una previsión y manejo sistemático del riesgo. Desarrollar proyectos que minimicen el impacto sobre el medio ambiente. Contar con los mejores recursos humanos, en equipos multidisciplinarios. Satisfacer los requerimientos y necesidades de nuestros clientes, priorizando la calidad de los trabajos, cumpliendo procedimientos, que aseguren el correcto desarrollo de las obras y proyectos.
Contacto
Subir a lo más alto de un aerogenerador lleva apenas cinco o seis minutos… si hay elevador. Si no, el ascenso por escalera puede extenderse más de veinte, dependiendo de la altura de la torre y del ritmo del personal técnico.
En el interior de la torre del aerogenerador el entorno es exigente: vibraciones, polvo, aceite, cambios de temperatura y espacios reducidos. En ese contexto, el elevador eólico se convierte en un aliado esencial. No solo mejora la productividad del mantenimiento, sino que reduce el riesgo físico y el desgaste del personal.
Hasta hace unos años, trepar una escalera interna era parte del oficio. Hoy, la tendencia regulatoria y de los fabricantes apunta a incorporar sistemas de elevación certificados, que garanticen un acceso más rápido y seguro.
Por ejemplo, en una torre de 100 metros de altura, a una velocidad promedio de 18 metros por minuto, el trayecto hasta la nacelle —la estructura superior donde se alojan los principales componentes del aerogenerador— se completa en apenas cinco o seis minutos.
Eficiencia y seguridad: dos personas, múltiples beneficios
Según Jesús Martos, ingeniero industrial y responsable de inspecciones en GSEólicos, “en la práctica, el acceso es combinado: la torre suele incluir una escalera interior como vía primaria y de emergencia y, salvo excepciones particulares, todas las máquinas modernas cuentan con un elevador. En muchos modelos, el elevador llega hasta la plataforma superior y desde allí se accede a la nacelle mediante una escalera corta.”
A partir de su experiencia, Jesús destaca algunos datos clave:
• Capacidad típica: 240 kilogramos, equivalente a dos personas.
• Sistemas de seguridad: frenos redundantes con activación por exceso de velocidad, parada de emergencia manual y sensores de puerta, entre otros.
• Integración con protocolos de rescate: todos los modelos permiten en primera medida un descenso manual controlado hasta una plataforma próxima o una evacuación asistida desde la cabina a una ruta segura para el técnico.
Tecnologías de elevación
En la industria eólica predominan dos sistemas principales:
1. Cable o tracción: la cabina se suspende de un cable de acero enrollado en un tambor motorizado. El desplazamiento se estabiliza mediante cables guía verticales, y el motor eléctrico controla la subida y bajada.
2. Cremallera y piñón: una cremallera dentada recorre la estructura interna de la torre. El motor eléctrico hace girar un piñón que “camina” sobre los dientes, impulsando la cabina hacia arriba o hacia abajo.
Ambos diseños están pensados para resistir el movimiento natural de la torre y garantizar seguridad y confort durante la operación.
Normativas y certificaciones
Los elevadores eólicos se diseñan y certifican bajo estándares internacionales de seguridad, entre los que destacan:
ASME A17.8 — Standard for Wind Turbine Tower Elevators, específica para sistemas permanentes instalados en torres eólicas.
ASME A17.1 / CSA B44, que regula los requerimientos de diseño y protección aplicables a equipos de elevación.
A estos estándares se suman los códigos y regulaciones locales, que varían según país o región.
De la seguridad al rendimiento
“El elevador reduce la exposición a caídas por fatiga y el tiempo en tareas físicamente demandantes. Se producen menos errores por cansancio y facilita la evacuación cuando está integrado con los procedimientos de emergencia. No sustituye los sistemas de detención de caídas individuales ni los protocolos de rescate, pero complementa el sistema de gestión de seguridad”, explica Jesús.
Y agrega: “El elevador no suele considerarse un sistema de rescate autónomo o de evacuación, porque puede fallar, pero sí se integra dentro del plan global de emergencia.”
En campo, la diferencia es tangible: menos tiempo de ascenso, menor exposición a riesgos físicos y un ritmo de trabajo más sostenible.
El compromiso de GSEólicos
En GSEólicos, las inspecciones de elevadores se desarrollan bajo criterios técnicos alineados con las normas internacionales. Las inspecciones completas anuales verifican frenos, limitadores de velocidad, sistemas eléctricos, estructura y registros de mantenimiento.
“La gestión de estos procesos se apoya en la mejora continua —destaca Jesús—, para que cada intervención aporte valor a la seguridad de los técnicos y a la confiabilidad de los sistemas.”
Conclusión
En la operación diaria de un parque eólico, cada minuto cuenta.
El elevador no solo acorta distancias: también eleva la seguridad, la eficiencia y el bienestar del personal técnico. Porque, en definitiva, la diferencia entre un trabajo más seguro y otro más cansador… puede medirse en cinco minutos al viento.
